Pompas de Jabón
muchos años más tarde aquel anciano
la obra de su vida, en que por ciclos
jugando tejía la dulce sabiduría.
Y lanza allí celoso el estudiante
que mucho manejó libros y notas,
y se consume de orgullo juvenil,
una obra colmada de genial idea.
Sentado sopla un niño en una caña,
llena irisadas pompas de jabón y canta
a cada una todas las loas del salmo,
y el alma en el soplar aplica y dona.
Y los tres, el anciano, el niño y el estudiante,
de la espuma de Maya crean mundos,
ensueños de magia sin valor en sí,
pero donde sonriendo se refleja eterna
la eterna luz y brilla más alegre.
Hermann Hesse