-¿Qué quieres decir? -preguntó Govinda perplejo.
-¡Escucha bien, amigo, escucha bien! El pecador, que lo somos tú y yo, es pecador pero un día volverá a ser Brahma, alcanzará el Nirvana, será Buda... Pero fíjate bien: ese "algún día" es una ilusión. ¡Es solo metáfora! El pecador no está en camino hacia Buda, no está evolucionando, aunque no nos lo podamos imaginar de otra forma. No; en el pecador, ahora y hoy, ya está presente el Buda, su futuro ya vive en él. El Buda en potencia que se alberga en el interior de cada persona, en ti, en mí, debe ser reconocido y respetado.
El mundo, amigo Govinda, no es imperfecto, ni se encuentra evolucionando lentamente hacia la perfección. No, él es perfecto en cualquier momento. Todo pecado ya lleva en sí el perdón; rodos los lactantes, la muerte; todos los moribundos, la vida eterna.
Ningún ser humano es capaz de ver en qué punto del camino se hayan los otros; en el ladrón y en el jugador está el Buda; en el brahmán, existe el ladrón.
Al meditar profundamente, existe la posibilidad de anular el tiempo, de ver toda la vida pasada, presente y futura a la vez, y entonces todo es bueno, perfecto: es brahma. Por ello me parece que todo lo que existe es bueno: tanto la muerte como la vida, el pecado o la santidad, la inteligencia o la necedad: todo necesita únicamente mi afirmación, mi conformidad, mi comprensión amorosa: entonces es bueno para mí y nada podrá perjudicarme.